Existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en la presentación de la enfermedad, los mecanismos subyacentes y la respuesta al tratamiento. Sin embargo, al investigar y al tratar a mujeres con patologías mentales estas diferencias a menudo se ignoran. En esta sesión del congreso virtual del ECNP de 2020 se exploraron los conocimientos actuales sobre estas diferencias de género y las necesidades de investigación futura.
Mujeres y hombres responden de manera diferente al estrés
Los sistemas de gestión del estrés de hombres y mujeres presentan diferencias significativas.
Ruter Van der Gaag, de la Radboud University, Nijmegen, Países Bajos, abrió la sesión hablando de las importantes diferencias que existen entre hombres y mujeres en los sistemas que utiliza el organismo para gestionar del estrés (neurológico, endocrinológico e inmunitario). En respuesta al estrés mental, los hombres muestran mayores cambios en parámetros fisiológicos como la presión arterial, mientras que las mujeres presentan más isquemia miocárdica inducida por el estrés y una mayor probabilidad de trombosis1. Los hombres reaccionan con más infecciones agudas, y las mujeres con más infecciones crónicas y enfermedades autoinmunitarias2. En la actual pandemia de COVID-19 han fallecido menos mujeres que hombres, y el sistema inmunitario femenino podría tener menos propensión a desarrollar la “tormenta de citoquinas” que se asocia con una mala evolución de la infección3.
Con frecuencia, las mujeres responden a los factores estresantes con enfermedades “psicológicas”, mientras que los hombres responden con enfermedades “físicas”, tales como hipertensión, enfermedad cardiovascular o diabetes. En una mujer, síntomas somáticos como la cefalea o las palpitaciones pueden ocultar un trastorno de ansiedad, y la fatiga y la mialgia pueden ser indicativas de una depresión subyacente.
Patrones de uso de medicación
Florence Thibaut, de la Universidad de París, Francia, presentó la farmacología desde una perspectiva de género. Reciben medicación para patologías mentales más mujeres que hombres4. Este patrón se cumple para los antidepresivos y los ansiolíticos, pero también para la medicación del TDAH del adulto y los antipsicóticos atípicos, a pesar de que la prevalencia de estas afecciones es mayor entre los hombres4.
Reciben medicación para patologías mentales más mujeres que hombres.
Impacto de las diferencias farmacocinéticas y farmacodinámicas
Históricamente, las mujeres han sido excluidas en gran medida de los ensayos clínicos debido a la preocupación por los posibles efectos teratogénicos. Como consecuencia, los medicamentos solo se estudian en hombres y los datos de eficacia y seguridad se extrapolen a las mujeres. Sin embargo, las diferencias entre sexos en la farmacocinética y la farmacodinamia pueden influir en la notificación de reacciones adversas5:
- Las sobredosis son más frecuentes en mujeres debido a un menor volumen de distribución, una mayor fracción libre de fármaco y una eliminación más lenta del organismo.
- Las mujeres son más sensibles a los fármacos debido a alteraciones en el número de receptores y en la unión receptorial y las vías de transducción de señales.
- Las alteraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas hacen que las mujeres consuman una mayor cantidad de medicamentos, con un mayor riesgo de interacciones farmacológicas.
Las propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas pueden diferir en función del sexo.
Los psicofármacos que presentan diferencias farmacocinéticas entre sexos5 incluyen: clozapina, olanzapina, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y sustancias como el etanol, la metadona y la morfina. Las mujeres suelen responder más a los ISRS que a los antidepresivos tricíclicos, al contrario que los hombres, y requieren dosis más bajas de antipsicóticos típicos que los hombres para lograr el control de los síntomas. La incidencia de reacciones adversas a los antipsicóticos es mayor en las mujeres6.
Orientación para la práctica clínica y la investigación futuras
La medicina género-específica mejorará la comprensión de la expresión de la enfermedad en los diferentes sexos. Esto implica reducir la brecha psicológica/somática para poder tratar adecuadamente a los pacientes de ambos sexos.
Son necesarios más estudios que investiguen las diferencias entre sexos en los mecanismos patológicos.
Son necesarios más estudios que investiguen las diferencias entre sexos en los mecanismos patológicos para poder enfocar los tratamientos en consecuencia. Están disponibles orientaciones relativas al estudio de las diferencias de género en los ensayos clínicos de fármacos7, que deberían incluir mujeres en edad fértil, siempre y cuando exista una protección adecuada del riesgo de embarazo.
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