Atenuación de los daños de la dependencia del alcohol

Entrevista a la Dra. Julia Sinclair, del Departamento de Psiquiatría de la University of Southampton, Reino Unido, sobre el riesgo de desarrollar dependencia del alcohol y el impacto y el tratamiento de esta patología

¿Por qué algunos consumidores de alcohol desarrollan dependencia y otros no?

Esto es debido a la conocida interacción entre factores ambientales y genéticos. Exisite un claro riesgo genético: en la mayoría de las muestras examinadas, el 60-70 % de las personas dependientes del alcohol tienen algún familiar con el mismo problema. Algunas personas cuyo padre o madre eran dependientes no consumen alcohol de forma proactiva, mientras que otros beben y pueden desarrollar dependencia del alcohol más rápidamente.

Probablemente, la sensibilidad al alcohol varía de una persona a otra, por lo que la capacidad de beber de cada persona también es variable, y para llegar a ser dependiente es necesario beber mucho. Quizás las personas con baja sensibilidad al alcohol necesitan beber más para conseguir el mismo efecto. Esto es un modelo. Otras personas notan que tomar una copa les proporciona un refuerzo psicológico tan importante que desean continuar bebiendo.

¿Cuál es el impacto de la dependencia?

El problema es el clásico iceberg. En la punta visible se encuentran unas pocas personas cuyas vidas están focalizadas en la adquisición y el consumo de alcohol, y la recuperación posterior. Probablemente estas personas han perdido sus relaciones funcionales, sus trabajos y sus hogares, y no pueden mantener una relación con nadie que no beba igual que ellos. Sus conductas son siempre las mismas y nada les proporciona un refuerzo positivo, ni tan siquiera el alcohol, pues consumen para prevenir la abstinencia.

Otro porcentaje mucho mayor es el de aquellos que todavía trabajan, pero cuyas actividades al margen del trabajo están mayoritariamente relacionadas con el alcohol. Estas personas no se consideran dependientes porque no consumen alcohol de alta graduación, no beben por las mañanas o todavía mantienen el trabajo, pero pueden tomar una copa al llegar a casa y consumir dos botellas de vino durante la velada. A pesar de que hayan estado bebiendo así durante diez o quince años, no se dan cuenta de que la primera copa que toman a las siete de la tarde, cuando se sienten un poco agitados, la toman para evitar los síntomas iniciales de la abstienencia.

Estas personas corren todo tipo de riesgos, que incluyen la destrucción de las relaciones familiares, el bajo rendimiento laboral y que sus hijos crezcan pensando que la presencia generalizada de alcohol es la norma. Además, también están en riesgo de padecer hipertensión arterial, obesidad, depresión y esteatosis hepática, aunque el riesgo de padecer hipertensión, depresión o exceso de peso pueden desaparecer si son capaces de reducir suficientemente su consumo de alcohol.

La dependencia comporta unos costes sustanciales para la sociedad. Una investigación de las muertes prevenibles que se llevó a cabo en el Reino Unido sugirió que el 84 % de la mortalidad por causas hepáticas es atribuible al alcohol. A pesar de ello, tratar la dependencia del alcohol no forma parte del tratamiento que aplicamos en la enfermedad hepática. Son necesarios más planteamientos comunes.

Dada la magnitud del problema, ¿por qué hay tan pocos pacientes en tratamiento?

Estamos empezando a convencernos del valor potencial de “partir del punto en el que se encuentra el paciente”. El alcohol es una droga proamnésica. Muchas personas no son conscientes de que tienen un problema, o lo niegan. Otras reconocen el problema, pero no buscan tratamiento porque los servicios de atención al alcoholismo y a la drogadicción a menudo son comunes y no quieren que se les estigmatice por ser “uno de ellos". Como que el alcohol refuerza, algunas personas piensan que no pueden hacer nada al respecto. No son capaces de imaginar una vida sin beber, y la percepción de que la abstinencia es la única opción posible les supone una barrera.

Contrariamente a lo que sucede en los EE. UU., en el Reino Unido esta visión está cambiando lentamente. Muchas personas dependientes del alcohol no quieren dejar de beber, pero están preparadas para intentar reducir el consumo. Esta idea, por lo menos les acerca a los servicios de atención, y los profesionales de este campo están tomando conciencia del valor potencial de "partir del punto en el que se encuentra el paciente.”

¿Por qué es importante el tratamiento precoz?

Para intentar evitar que la persona llegue a beber quinientas unidades de alcohol semanales y haya destruido casi toda su vida. Cuando se llega a este punto, el paciente puede pensar que se encuentra en un pozo demasiado hondo para intentar salir, y este es el motivo por el que las tasas de suicidio son tan altas.

La intervención precoz ofrece la posibilidad de prevenir daños mayores, y puede contribuir a ver el trastorno por consumo de alcohol como algo similar a la depresión, una patología crónica que puede recurrir, pero tratable y cuyas consecuencias se pueden atenuar. 

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