Asegurar una atención sanitaria óptima para toda la población -independientemente del sexo, la etnia y las circunstancias sociales y económicas- es una de las principales preocupaciones actuales.1 Sin embargo, no podemos mejorar lo que no hemos determinado. Las formas de evaluar la calidad de la atención fueron el tema que se trató en una sesión de apertura del Congreso anual de la APA de 2021.
Lidiar con la desigualdad del acceso a la atención y lograr unos resultados óptimos para todos es fundamental para todas las personas involucradas en la atención de personas con problemas de salud mental.1
Los ponentes convinieron que para comparar la calidad de la atención y el acceso entre diferentes entornos y grupos de pacientes hacen falta muchos datos, aunque la cantidad de información no es lo único que cuenta. También señalaron que los datos deben ser representativos de una población amplia, deben obtenerse en las circunstancias de la vida real, ser precisos, no sesgados, seguros y, por encima de todo, clínicamente significativos.
Lo que importa es hasta qué punto logramos los resultados que más desean los pacientes de forma justa y correcta.
Gray Norquist, Presidente del Consejo de calidad de la atención de la APA comentó que, al final, los resultados que más importan son aquellos que los propios pacientes desean. Cuestionando el enfoque habitual de los procedimientos de monitorización, enfatizó que no solo es importante hacer cosas, sino hacer cosas que marquen la diferencia.
Superar el abismo de la calidad
Remitiéndose a una ponencia anterior sobre formas de evaluar y reducir las disparidades en la salud, Juliet Beni Edgcomb, de la University de California Los Ángeles, EE. UU., preguntó si la historia clínica electrónica (HCE) había cumplido realmente la promesa de proporcionar un gran repositorio de datos clínicos relevantes y al mismo tiempo ofrecer instrumentos destinados a guiar la toma de decisiones en la cabecera del paciente.
Sus conclusiones no fueron alentadoras. El hecho de que se sigan utilizando una variedad de sistemas sin una arquitectura de datos común comporta dificultades para cotejar y comparar la información entre instituciones.
Algunos médicos consideran que la carga de documentación requerida es una tan grande que no es tolerable y que contribuye a que se pierdan datos, y otros temen perder su autonomía clínica.
Aunque provienen del contexto de la medicina de urgencia, hay evidencias de que los médicos documentan en las HCE más exploraciones de las que en realidad han realizado.2
Advirtió que cuando los datos son incompletos, imprecisos o están sujetos a sesgo, existe el peligro de que las historias clínicas electrónicas, en lugar de mejorar la equidad de la atención, solo sirvan para perpetuar las disparidades.
Es necesario potenciar una mejor calidad y equidad en nuestra práctica clínica
Ejemplos de deficiencias de calidad
Para ilustrar lo que todavía debe hacerse en el campo de la salud mental, la Dra. Edgcomb citó dos ejemplos recientes:
- Las guías recomiendan que los pacientes con abuso de tóxicos y depresión comórbidos reciban tratamiento para ambas patologías, sin embargo, la calidad del tratamiento de la depresión en esos pacientes es más baja que en los pacientes sin abuso.3
- Un estudio reciente en Estados Unidos, observó que, a nivel nacional, las tasas de cumplimiento de dos medidas relacionadas con los programas de atención a los niños con problemas de salud mental eran inferiores al 50 %, y la calidad del rendimiento no había mejorado en los cinco últimos años .4
La red Accrual to Clínico Trials (ACT),5 la red nacional Patient-Centered Clinical Research Network (PCORNet)6 y el registro PsychPRO de la APA,7 cuyo objetivo es optimizar los resultados a partir de instrumentos capaces de representar gráficamente y comparar la atención, son ejemplos de los esfuerzo que se dedican a la supervisión y la promoción de la calidad y la equidad del tratamiento de personas con problemas de la salud física o mental, y todos desearemos que dichas iniciativas sean exitosas.
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