Pros y contras de la revolución digital para la salud mental
Los teléfonos inteligentes o smartphones pueden rastrear pequeños cambios fisiológicos y del estado de ánimo, lo que permite a los médicos tener un acceso sin precedentes y en tiempo real a los sentimientos y conductas de sus pacientes. Y los dispositivos inteligentes pueden ofrecer una psicoeducación satisfactoria y a medida. Pero este acceso a la información sin precedentes comporta problemas de fiabilidad y de confidencialidad.
En el trastorno bipolar (TB), se puede proporcionar psicoeducación de forma efectiva mediante una aplicación para móvil y, como que el paciente utiliza el teléfono móvil para proporcionar datos clínicamente relevantes, el mensaje educativo se ajusta al sujeto y a sus circunstancias cambiantes.
La psicoeducación es compleja, pero encaja con la aplicación SIMPLe
Una manera inteligente de satisfacer la demanda
Diego Hidalgo-Mezzei (Universidad de Barcelona, España) comentó cómo la aplicación SIMPLe obtiene información diaria acerca del estado de ánimo, la energía, la irritabilidad, el sueño y el cumplimiento terapéutico del paciente.
Como compensación, el paciente recibe un mensaje psicoeducativo específico para sus circunstancias que se elije entre quinientas opciones. Por tanto, se trata de un sistema bidireccional. Los 51 pacientes con TB que participaron en el estudio de viabilidad parecieron satisfechos y el 76 % continuaba utilizando la aplicación al cabo de tres meses. Los datos preliminares sugieren que el uso de la aplicación mejora el cumplimiento, el funcionamiento social y los patrones alimentarios, en comparación con el periodo anterior a su uso.
Para contribuir a crear la sensación de comunidad que ofrece el grupo psicoeducativo, los pacientes pueden añadir sus propios mensajes a la biblioteca.
A largo plazo, el uso de la aplicación se puede reducir: en un estudio más amplio que está en marcha, las tasas de retención son más bajas a los seis meses, y los usuarios comentan que la aplicación es repetitiva y engorrosa. Pero, cuando se llega a este punto, ya se ha proporcionado la mayor parte de la psicoeducación.
Los pacientes pueden añadir sus propios mensajes a la biblioteca
La aplicación se desarrolló en español y se está traduciendo al francés y al italiano. Para ajustar más aún los mensajes, una nueva versión incorporará la recogida de datos desde dispositivos portátiles.
Recogida pasiva de datos activos
A las compañías de seguros de salud les gustaría que todos tuviéramos teléfonos inteligentes o smartphones, quizás porque las aplicaciones nos pueden animar a adoptar hábitos de vida más saludables o porque ello les permitiría ajustar mejor las primas de riesgo.
Aunque su objetivo principal es el bienestar físico, la recogida de datos de la vida real tiene una aplicación clara para la salud mental. Los informes de los pacientes sobre qué han hecho durante el último mes son poco fiables por diversos motivos, incluida la falta de perspectiva, y dependen en gran parte de cómo se siente el paciente en el momento de la consulta. La recogida de datos objetivos de la vida real ofrece un nuevo paradigma.
Para poner un ejemplo sencillo, citado por Kate Saunders (University of Oxford, Reino Unido), el tiempo que un paciente tarda en responder a una pregunta escrita sobre el estado de ánimo es, por sí mismo, una evidencia de su estado de ánimo.
El estado de ánimo guarda relación con el tiempo que un paciente tarda en responder a un texto
Pero el número de variables que se pueden medir es virtualmente infinito. En el contexto del TB, la actigrafía y la información que proporciona la geolocalización son particularmente relevantes.
Peso de la información: todo sin necesidad de preguntar
El tiempo que pasamos en casa o en el trabajo, las llamadas recibidas y efectuadas, la exposición a la luz, la temperatura corporal, todo podría ser útil, y sin necesidad de preguntar nada al paciente.
El Dr. Saunders comentó que la disponibilidad de una información tan detallada, relevante y objetiva puede significar que se podría reducir el número de participantes necesarios en los ensayos clínicos. Y, en el tratamiento de rutina, deberíamos poder obtener pruebas más tempranas de la utilidad del efecto de una intervención en un paciente concreto. Pero será necesario seguir trabajando para poder cribar las variables clínicamente más significativas del conjunto de datos.
El “registro de datos vitales” tiene inconvenientes
Algunos de los posibles inconvenientes del “registro de datos vital”, “piratería corporal” o como queramos llamarlo, ya los mencionó Maria Faurholt-Jepsen (University of Copenhagen, Dinamarca) en su presentación. Si medimos variables, las podemos cambiar. Para los pacientes, el hecho de estar constantemente conectados con un médico puede ser estresante, tanto para ellos como para sus familiares y amigos. Y hay una necesidad constante de equilibrar empoderamiento y vigilancia.
El Big Data le está esperando
El mundo digital ofrece desafíos sin par para el mantenimiento de la privacidad y la seguridad personales. La mayor parte del material al que acceden nuestros pacientes es de dudosa calidad o incluso potencialmente lesivo para la salud mental, advirtió Michael Bauer (Technical University of Dresden, Alemania).
En una encuesta internacional se vio que alrededor del 80 % de los pacientes con TB buscan información sobre su patología en internet, y dos tercios de estos no comentan con sus médicos lo que han encontrado. Quizás deberíamos preguntar a los pacientes qué páginas consultan e intentar guiarlos para que consulten las páginas más fiables.
Las personas que utilizan internet no son anónimas
El siguiente paso de la evolución digital serán los dispositivos capaces de reconocer emociones a partir de nuestras voces, expresiones faciales, lenguaje corporal y gestos. A este respecto, las personas con problemas de salud mental podrían ser un grupo vulnerable.
También son vulnerables y pueden situarlos en una posiusiocn de desventaja debido a que los algoritmos generados por máquinas están basados en nuestras actividades en internet y son potencialmente discriminatorios.
Si, como médicos, recomendamos un producto digital a un paciente, nos debemos asegurar de que entendemos cómo dicho producto puede obtener, analizar y vender a terceros, a menudo repetidamente, los datos generados por nuestras actividades.
Estos datos sin precedentes requieren un esfuerzo sin precedentes para garantizar que las personas con acceso a los mismos tienen un motivo legítimo para conocer tanta información sobre nosotros, y que se mantiene la esencial privacidad de nuestros datos.