Envejecimiento, amiloide y enfermedad de Alzheimer

La carga de beta amiloide (Aβ) de los adultos mayores con cognición normal aumenta con la edad y parece estar relacionada con efectos sutiles en la memoria, incluso a niveles inferiores al umbral. Un estudio de envejecimiento cognitivo en adultos mayores sanos, en el que se emplearon modelos globales que integran medidas de EA y no EA, puede aportar conocimientos importantes sobre la relación entre la estructura y función cerebrales, la cognición y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

La cognición sigue siendo una medida importante de la salud y la función del cerebro en la vida cotidiana, sin embargo, aún no sabemos qué define a un adulto mayor cognitivamente sano y cómo los cambios cognitivos que ocurren durante el proceso de envejecimiento se relacionan con los observados en la enfermedad de Alzheimer (EA).   

Los modelos integrados de envejecimiento y EA son útiles para estudiar la relación que existe entre estructura y función cerebrales y cognición

Denise C Park, PhD, de la University of Texas at Dallas, EE. UU., habló del envejecimiento cognitivo y el desarrollo de la EA en su ponencia ante el pleno.

A medida que envejecemos, se observan descensos en muchas medidas cognitivas, pero nuestra experiencia y conocimientos aumentan, lo que a menudo enmascara déficits en otras áreas, como el funcionamiento ejecutivo.1 Con objeto de comprender la relación que existe entre la estructura y función cerebrales y la cognición, la Teoría de la estructura del envejecimiento y la cognición (STAC) considera el nivel general de degradación cerebral y cómo la actividad cerebral compensa dicha degradación a medida que envejecemos.2 El Instituto Nacional para el Envejecimiento y el marco de investigación de la Asociación de Alzheimer han desarrollado un nuevo modelo que integra la patología de la EA y la no relacionada con la EA,  utilizando biomarcadores del depósito de beta amiloide (Aβ), Tau patogénica y neurodegeneración para definir la EA, determinar el nivel  de función cognitiva y predecir los cambios.3

 

La prevalencia de la positividad al Aβ aumenta con la edad

El estudio Dallas Lifespan Brain pretendió capturar cambios longitudinales que se producen en el cerebro y la cognición de adultos sanos de 20–89 años de edad. Se observaron diferencias muy notables en los niveles de Aβ en los cerebros de los adultos mayores con cognición normal. La prevalencia de la positividad al Aβ aumenta con la edad en los adultos mayores sin deterioro cognitivo,4 observándose un marcado aumento en un subgrupo de ≥60 años de edad,5 aunque la tasa de acumulación se estabiliza hacia el estado patológico.6 Estos hallazgos sugieren que son necesarios unos 10 años para pasar de los niveles de Aβ observados en el estado de cognición normal hasta el umbral de anormalidad, y 20 años más para alcanzar los niveles que se observan en la EA leve.6 Es interesante observar que la ApoE4 acelera el depósito de Aβ en sujetos sanos.7

En adultos mayores con cognición normal, una mayor carga de Aβ se asocia con una disminución de la memoria

Nuevos datos sugieren que el cambio cognitivo aumenta a medida que envejecemos. En adultos sanos, una mayor carga inicial de Aβ se asocia con mayor porcentaje de deterioro cognitivo al cabo de 4 años, particularmente en relación a la memoria episódica.8 En efecto, el Aβ se asocia con una disminución de la memoria, incluso en sujetos con niveles de Aβ inferiores al umbral.9

La carga de Aβ también parece predecir las quejas subjetivas respecto a la memoria; esta relación está mediada por la función de memoria real, pero no resulta afectada por la depresión ni por la ansiedad del paciente. Asimismo, los sujetos con mayor actividad del hipocampo y carga de Aβ suelen quejarse más de problemas de memoria.

Estudios futuros en adultos que han mantenido la salud cerebral, muchos de los cuales no tienen depósitos de Aβ, proporcionarán una valiosa información sobre resiliencia y reserva cognitiva durante el envejecimiento.

Referencias

  1. Park et al. Psychol Aging. 2002;17:299.
  2. Park et al. Annu Rev Psychol. 2009;60:173.
  3. Jack et al. Alzheimers Dement. 2018;14:535.
  4. Jansen et al. JAMA. 2015;313:1924.
  5. Rodrigue et al. Neurology. 2012;78:387.
  6. Jack et al. Neurology. 2013;80:890.
  7. Rowe et al. Neurobiol Aging. 2010;31:1275.
  8. Farrell et al. JAMA Neurol. 2017;74:830.
  9. Landau et al. Neurology. 2018;90:e1452.