La esquizofrenia con el paso de los años: de los factores de riesgo en la infancia a las comorbilidades de los pacientes de mediana edad

Las personas que sufren esquizofrenia tienen mayor riesgo de padecer comorbilidades somáticas, pero un nuevo trabajo de investigación finlandés acaba de mostrar la frecuencia de este problema y las edades, sorprendentemente jóvenes, de los pacientes afectados. Asimismo, datos obtenidos en Australia han arrojado luz respecto a los factores etiológicos genéticos y ambientales de la enfermedad, y una iniciativa financiada por la UE pretende mejorar los resultados de los pacientes resistentes al tratamiento.

En el estudio prospectivo de la cohorte de nacimiento de 1966 del norte de Finlandia, la incidencia de enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas fue mucho mayor entre los participantes a los que se diagnosticó esquizofrenia que en aquellos que habían nacido el mismo año pero a los que no se diagnosticó esquizofrenia (16 % vs. 9 %). Jussi Seppala, de la University of Oulu, Finlandia, comentó estos datos, y afirmó que la incidencia de enfermedades hematológicas también fue significativamente más alta entre las personas con esquizofrenia (11 % vs. 5 %).

Sorprendentemente a la luz de los estudios previos, en esta cohorte de nacimiento de más de doce mil sujetos el diagnóstico de esquizofrenia no se asoció con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, y la frecuencia de problemas  musculoesqueléticos fue más baja.

Efectos adversos metabólicos del tratamiento

El Profesor Seppala comentó que los altos porcentajes de trastornos endocrinos y metabólicos son preocupantes, ya que se manifestaron a edades relativamente jóvenes, con una media 46 años. Estos resultados demuestran que, a pesar de disponer de unas guías nacionales, la detección sistemática y el tratamiento de los pacientes en riesgo no son los adecuados, por lo que es necesaria una atención más coordinada.

Es necesario considerar estos hallazgos en un contexto más amplio. Aunque la mayoría de los pacientes que padecen esquizofrenia llegan a la vejez, su esperanza de vida media es unos 10-25 años más baja, en comparación con la población no esquizofrénica. Muchos estudios han sugerido que el riesgo de enfermedad cardiovascular de estos pacientes es 2-3 veces más alto, y el riesgo de diabetes tipo 2, 4-5 veces más alto.

Las posibles causas incluyen el estilo de vida de estos pacientes, que con mayor probabilidad son fumadores, consumen alcohol en exceso, no practican actividad física y tienen unos malos hábitos dietéticos. El Profesor Seppala comentó que no se debe ignorar el riesgo de efectos adversos endocrinos y metabólicos causados por la medicación antipsicótica.

Dilucidar la influencia de los genes y del entorno

Los datos evolutivos del estudio de cohortes del oeste de Australia, en el que se ha hecho un seguimiento de medio millón de niños desde su nacimiento, respaldan firmemente la constatación previa de que el diagnóstico materno de esquizofrenia es un importante factor de riesgo de enfermedad psicótica para los hijos.

A pesar de ello, según los datos que presentó Vera Morgan, de la University of Western Australia de Perth, Australia, si en el análisis multivariante se tienen en cuenta los factores de riesgo ambientales potencialmente confusores, que son más frecuentes en hijos de madres esquizofrénicas, el cociente de riesgos instantáneos (hazard ratio [HR]) se reduce de 5,7 a 3,9.

Esto sugiere que el riesgo genético heredado, aunque es considerable, se puede reducir abordando los factores ambientales asociados potencialmente modificables.

En el análisis inicial, las complicaciones del parto (HR: 1,1), la herencia aborigen (HR: 2,5), la clase social baja (HR: 1,6 para el grupo más desventajado) y el fallecimiento de un progenitor (HR: 1,7) fueron factores de riesgo de psicosis notables. Los antecedentes de abusos en la infancia documentados se asoció a un HR de 5,3.

Durante el simposio, el Dr. Morgan comentó que el análisis multivariante de estas variables todavía no ha finalizado, pero el HR del abuso es tan alto, que es probable que siga siendo un factor independiente considerable.

¿Puede la tecnología contribuir a mejorar los resultados en la esquizofrenia resistente al tratamiento?

El Dr. Katja Rubinstein, de Tel Aviv, Israel, comentó a la audiencia que, aunque las definiciones de esquizofrenia resistente al tratamiento (ERT) varían, entre el 10 % y el 30 % de los pacientes muestran poca o ninguna mejoría sintomática, a pesar de haber probado varios antipsicóticos de diferentes clases farmacológicas.

Los estudios de imagen y las características premórbidas de los pacientes con ERT sugieren que estos pacientes pueden representar un subgrupo distinto, pero esta cuestión todavía no se ha resuelto. No obstante, con total seguridad, los tratamientos de referencia actuales no previenen los malos resultados observados en estos pacientes. Debemos mejorar el tratamiento de los pacientes con ERT y su calidad de vida.

El proyecto m-RESIST, que ha sido financiado parcialmente por la Unión Europea y que todavía se encuentra en su fase inicial, pretende mejorarlo aprovechando los dispositivos inteligentes portátiles para monitorizar a los pacientes durante los periodos importantes entre visitas. Un ejemplo de ello es la detección de irregularidades del sueño con una desviación considerable respecto al patrón habitual del paciente que podrían ser indicadoras del inicio de una exacerbación psicótica.

Desde la audiencia, se señaló que es posible que los pacientes con actitudes paranóicas no acepten esta monitorización continuada, pero el Dr. Rubinstein confía en que algunos pacientes con ERT podrían aceptar el beneficio potencial del uso de tecnología inteligente para la detección de los primeros signos de deterioro clínico.